Su nombre aparece en los salones de nuestra universidad, en recintos públicos y en calles y avenidas de nuestro país. Una localidad de la región de Atacama lleva su apellido e incluso un mineral ha sido nombrado en su honor (Domeykita). Es Ignacio Domeyko, persona que dejó una profunda huella en nuestro país por su aporte a la educación y desarrollo científico de Chile, y que hoy recordamos en el día de su natalicio.
Nacido en Niedzviadk (en ese entonces, provincia polaca de Lituania) el 31 de julio de 1802, obtuvo su licenciatura en ciencias físicas y matemáticas en la Universidad de Vilna. Posteriormente realizó estudios de perfeccionamiento en el École de Mines de Francia y en 1837 fue llamado por el gobierno chileno como profesor de química y mineralogía. En 1838 llegó a la ciudad de La Serena, donde desempeñaría una fructífera labor docente en el Colegio de Coquimbo.
En pleno siglo XIX, nuestro país entendió que la minería sería la viga maestra de nuestro desarrollo económico, por lo que la llegada de este mineralogista y profesor de química daría una orientación más moderna al desarrollo de las geociencias en nuestro territorio. Ignacio Domeyko fue un pionero en el desarrollo de la Geología y la minería de Chile.
Como docente, en La Serena impartió los cursos de Ensayos de Metales y Minerales, Análisis Químico, Explotación de Minas y Mensura de Minas y fomentó el desarrollo minero mediante la incorporación de tecnología, traspasando sus conocimientos científicos a nuevas generaciones de estudiantes.
En sus constantes exploraciones del territorio nacional, desarrolló numerosos métodos de análisis de minerales y materias primas. A Domeyko le correspondió, por ejemplo, examinar los carbones provenientes de Lota, además de innumerables muestras de plata, cobre, arsénico, yodo, antimonio, mercurio, bismuto, plata y oro, entre otros.
Entre 1840 y 1846 realizó numerosas expediciones por nuestro país. Viajó por tierra hasta Santiago y en el camino se detuvo en Ovalle, Combarbalá, Illapel y Petorca. Más tarde conoció la riqueza mineral del cerro El Teniente, dirigió una expedición a las cordilleras de Cachapoal y examinó las estructuras geológicas de las cordilleras de los Andes y de la costa. Recorrió las cordilleras de Limarí, parte de la Araucanía y las selvas del sur de Biobío.
Poco a poco comenzó a ser conocido en el escenario social local y gradualmente, fue invitado a Santiago para ser consultado sobre educación, ciencia y tecnología. Ya en 1847, y cuando pensaba regresar a su país natal, el Gobierno chileno logró retenerlo, a instancias del Presidente Manuel Bulnes, quien lo contrató como profesor de química y mineralogía en el Instituto Nacional de Santiago. Su permanencia definitiva en Chile se afianzó cuando las autoridades nacionales le concedieron la nacionalidad chilena por gracia, en 1848.
Ya consolidado en nuestro país, Domeyko contribuyó a difundir la educación pública, de la cual era un ferviente partidario. Tuvo una participación relevante en la fundación de la Universidad de Chile (1842) y en el desarrollo de la formación educacional y profesional de nuestra institución.
Colaboró con su primer rector, el jurista venezolano Andrés Bello, manteniendo con él largas conversaciones sobre filosofía, ciencia, humanidades y educación.
En 1843, Domeyko fue incluido entre los doce miembros académicos fundadores de lo que se conocería como la "Facultad de Injeniería", con la que se sentaron las bases de las ciencias y la ingeniería nacional.
Fue él quien planteó la importancia de incorporar la geología y mineralogía en los programas académicos, promoviendo su impartición en el programa de estudios de la carrera de Ingeniero de Minas (1853) de la Universidad de Chile. Él logró formar 14 estudiantes quienes fueron, en la práctica, los primeros ingenieros de minas de Chile.
Posteriormente, Domeyko llegaría a ser rector de la Universidad de Chile en el periodo 1867-1883.
Con esta base bien asentada, generaciones posteriores de ingenieros de minas y profesionales extranjeros realizaron importantes estudios geológicos en nuestro territorio. Ellos aportaron al conocimiento y caracterización de nuestros recursos minerales y energéticos, los cuales darían impulso al desarrollo económico nacional durante las décadas posteriores, especialmente durante el siglo XX.
En los últimos años de su vida, entre 1884 y 1888, Ignacio Domeyko viajó por última vez a Europa. Regresó a Chile con un saco de tierra nativa, que depositó en el patio de su casa en la calle Cueto, en Santiago, donde murió en 1883.
Conoce más de Ignacio Domeyko en el sitio de la Universidad de Chile y en Memoria Chilena.
Publicado el viernes 28 de julio de 2023
