Con casi 18 millones de km2 y una gran variedad de climas y geografía, Sudamérica es un continente desafiante para la investigación paleoclimática. Un estudio liderado por la U. de Chile ('The South American Climate During the Last Two Millennia'), describe las principales brechas metodológicas y las oportunidades para la reconstrucción climática de nuestro continente.
El estudio tributará al esfuerzo global para mejorar las reconstrucciones paleoclimáticas en esta y otras zonas del mundo. El equipo investigador publicó el trabajo en Oxford Research Encyclopedia of Climate Science, en el mes de diciembre de 2024.
Este es el primer estudio de perspectiva continental del paleoclima de Sudamérica. "Con este trabajo, hicimos una especie de zoom out: dejamos la perspectiva local y nos propusimos mirar el continente desde arriba, en un contexto más general", explica la Dra. Valentina Flores-Aqueveque, investigadora del Departamento de Geología U. de Chile y autora principal del estudio.
El estudio corresponde a un análisis bibliográfico de 148 registros paleoclimáticos del continente documentados por distintos grupos científicos entre 1877 y 2023. La lista contempla sedimentos marinos, sedimentos lacustres, espeleotemas, testigos de hielo, restos arqueológicos, fuentes documentales, anillos de árboles, entre otros.
Al hacer la revisión de estos 148 registros paleoclimáticos, el grupo investigador reveló una serie de desafíos metodológicos que es necesario atender para mejorar el entendimiento del clima pasado en esta región del mundo. Dentro de ellas, el estudio destaca:
Aunque las investigaciones paleoclimáticas en Sudamérica han aumentado de forma considerable desde 1984, aún falta investigación (investigadores, fondos, laboratorios) para elaborar reconstrucciones paleoclimáticas precisas a escala continental.
"Conocer el clima del pasado con precisión nos permite saber cuánto ha influido el ser humano en el clima actual. Nos permite discriminar las variaciones naturales del clima de aquellas variaciones influenciadas por la actividad antrópica", dice la Dra. Flores-Aqueveque.
Pero hacer estudios de paleoclima en Sudamérica es sumamente complejo. Muchos lugares de valor científico son inaccesibles, lo cual condiciona los resultados de investigación. "Lo que hicimos en este estudio es establecer una línea base sobre la investigación paleoclimática de Sudamérica. Ahora que detectamos las brechas y oportunidades, podemos continuar en implementar mejoras", declara la Dra. Flores-Aqueveque.
Dado que los instrumentos meteorológicos fueron inventados recién hace quinientos o seiscientos años, la comunidad científica se ve obligada a recurrir a la información indirecta proporcionada por los sedimentos, restos arqueológicos o restos orgánicos para inferir el clima del pasado. En jerga técnica, estas evidencias indirectas se llaman "registros paleoclimáticos" o "proxies climáticos".
El grosor de los anillos de los árboles, por ejemplo, entrega información sobre las fluctuaciones entre periodos húmedos y secos. Los restos arqueológicos sumergidos permiten estimar la ubicación de las líneas de costa en el pasado prehistórico. Y el pólen encontrado en zonas áridas puede ser un indicio de antiguas zonas de vegetación en los desiertos actuales.
Uno de los principales desafíos de la investigación paleoclimática se relaciona a la homologación de los datos, donde es habitual encontrar proxies climáticos con información contradictoria. Por ejemplo, los anillos de los árboles son más anchos o más delgados dependiendo de la cantidad de agua y temperatura que recibió ese árbol en el pasado, pero la determinación de la humedad de ese lugar se dificulta cuando encontramos dos árboles, en la misma zona, con distintos grosores en sus anillos. ¿El clima de ese lugar fue seco o húmedo?, ¿frío o cálido?, ¿Cuál de los dos árboles está proporcionando la evidencia representativa de las condiciones climáticas pasadas? "La única forma de responder estas preguntas es recopilar más y más información", dice la Dra. Flores-Aqueveque.
Publicado el martes 14 de enero de 2025